viernes, 31 de mayo de 2013

La hipótesis del simio acuático

(AAH por sus siglas en inglés), o teoría del simio acuático como es frecuentemente llamada, es una hipótesis que trata de indicar y mantener que los antecesores inmediatos de los humanos y otros homínidos vivieron por un tiempo significativo en un ambiente semi-acuático sobre la costa africana. (Entendiendo por semiacuático alternancia de periodos en tierra y periodos en el agua para huir de depredadores o buscar crustáceos). Indicando que este hipotético hecho habría influido en su evolución, debido a que en este ambiente habrían tenido que obtener la mayoría de sus alimentos de la zona costera y lagunas poco profundas tierra adentro, antes de que sus descendientes homínidos regresaran a una existencia más puramente terrestre.

Esta es una posición que actualmente no es sostenida por la biología, ni la antropología (disciplina especializada en el tema); y más bien permanece viva principalmente en la literatura comercial y no científica.



Historia

Cuando se formuló la hipótesis del simio acuático, el punto de vista convencional y el mayoritario de la evolución humana, era que los primeros homínidos evolucionaron en las sabanas africanas (Esta teoría de las sabanas africanas posteriormente evolucionaría en una teoría científica que actualmente postula que los homínidos evolucionaron en la selva o en un ambiente semiselvático, presentando un origen terrestre sin influencias semi-acuáticas en su evolución).

Max Westenhofer en el año 1942, en el The Road to Man (Der Eigenweg des Menschen) sería quién originalmente sugirió la hipótesis del simio acuático. Sin embargo esta fue dada más a conocer en 1960, por el biólogo marino Sir Alister Hardy (1896-1985), cuando aún no existía toda la información recopilada actualmente sobre la evolución humana; la cual llevaría a postular su origen selvático.


Posteriormente, la escritora feminista Elaine Morgan reviviría la hipótesis de una forma considerada actualmente pseudocientífica; al desarrollar y promocionar la AAH en su primer libro sobre el tema, The Descent of Woman (La Descendencia de la Mujer), en 1972. Posteriormente escribiría otros libros que seguirían esta temática: The Aquatic Ape (El Simio Acuático) en 1982, The Scars of Evolution (Las Cicatrices de la Evolución) en 1990, y The Aquatic Ape Hypothesis (La Hipótesis del Simio Acuático) en 1997.



Descripción de la teoría

La hipótesis del simio acuático propone los siguientes argumentos principales:


Desnudez: De los cientos de especies de primates, los humanos somos la única especie en la cual el pelo corporal no cubre la casi totalidad del cuerpo. Los únicos ambientes conocidos que dan lugar a mamíferos así “desnudos” son el acuático y el subterráneo. Otros mamíferos sin pelo corporal son, o totalmente subterráneos (naked mole rat, rata “topo” sin pelo), o nadan (ballena, delfín, morsa y manatí), o vadean (hipopótamo, cerdo y tapir), o buscan el lodo y el agua con regularidad (rinoceronte y elefante).

Bipedismo: Los humanos somos los únicos mamíferos bípedos existentes. Aunque esto nos provee con la habilidad para utilizar herramientas mientras caminamos o corremos, también tiene como consecuencia directa los siguientes problemas: problemas de la espalda y espina dorsal, várices, hemorroides, hernias y problemas al dar a luz. Ya que la evolución trabaja sólo a pasos pequeños, es difícil (para los partidarios de la hipótesis del simio acuático) imaginar cómo el bipedismo pudo haber evolucionado en la sabana: la masa del tronco hace que este modo de locomoción sea inherentemente inestable. El agua, en cambio, sostiene al cuerpo en tal posición.

Respiración: Con la excepción de los humanos, los mamíferos terrestres carecen de control consciente y voluntario sobre la respiración. El control de los humanos sobre su aparato respiratorio es similar al de los mamíferos acuáticos que inhalan tanto aire como necesitan para zambullirse, para luego retornar a la superficie por más.

Grasa: Los humanos tenemos diez veces más grasa corporal que la que es normal para un animal terrestre de nuestro tamaño. Somos, por mucho, los más obesos de los primates. Mientras que los mamíferos terrestres que hibernan poseen una capa de grasa estacional, los humanos, como los mamíferos acuáticos, retenemos nuestra grasa durante todo el año. 

Las lágrimas y la sudoración excesiva: estos procesos biológicos son consideradas como ulterior evidencia en favor de la hipótesis. Los proponentes de la hipótesis también mencionan la porción de piel entre el dedo pulgar y el índice humanos, la cual parece no tener valor aparente en tierra.

Partos acuáticos: en muchos hospitales hay bañeras preparadas para el momento del parto, ya que el agua no entraña problemas para el bebé, y la madre sufre menos dentro del agua. El parto además es más rápido. No se sabe bien por qué pasa esto, pero esta característica humana podría ser una herencia de un simio que pasara parte del tiempo en el agua.

Fósiles: Una dificultad al evaluar esta hipótesis es que los lugares que sugiere como posibles fuentes de fósiles relevantes se encuentran en su mayoría bajo el nivel del mar en la época presente, sugiriendo que de hallarse fósiles que apoyaran esta teoría habría de buscarlos en las costas africanas de hace un millón de años.

Facilidad para la natación: Esta teoría, dicen sus defensores, explica la razón de que nos movamos tan fácilmente en el agua -aun incluso en los primeros meses de vida-, mientras que nuestros más próximos parientes, los chimpancés, lo hacen torpemente, ahogándose al poco tiempo.




Objeciones a la AAH

La Hipótesis del simio acuático, no es aceptada actualmente por la ciencia debido a que se le objeta y se le rebate los siguientes puntos:

Desnudez: El pelo humano es drásticamente diferente del de todas las especies acuáticas antes mencionadas. La comparación con mamíferos totalmente acuáticos (como los cetáceos, sirenios, etc.) es sospechosa, pues estos animales han evolucionado tales características a lo largo de un período mucho más extenso que los humanos. La correlación entre “desnudez” y ambiente acuático es débil: muchos mamíferos acuáticos conservan una buena capa de pelo (nutrias, focas, castores, etc.). En buena parte, la reducción de la capa pilosa en los humanos, pueden explicarse debido a la necesidad de nuestros ancestros de caminar largas distancias sin detenerse, evitándose así el sobrecalentamiento del cuerpo; y las diferencias de pilosidad entre machos y hembras, pueden explicarse por selección sexual. La protección contra los rayos solares se produciría mediante el proceso de la pigmentación de la piel por la melanina.

Bipedismo: Ningún mamífero acuático es bípedo. Los animales que son temporalmente bípedos (como los canguros y algunos primates) utilizan su posición vertical para la locomoción, alimentación y vigilancia, todos los cuales son comportamientos útiles para la vida terrestre. Más aún, para erigirse en aguas poco profundas, es útil el poseer la mitad inferior de las piernas sustancialmente más larga que la parte superior, como sucede comúnmente en las aves vadeadoras. Las piernas humanas no concuerdan con este patrón. Por otra parte, el sostén del agua no parece necesario para que evolucione el bipedismo en un primate. 

Los bonobos, totalmente terrestres, utilizan el bipedismo para desplazarse de vez en cuando. Aunque carecen de las adaptaciones de la cadera, la columna y las piernas que surgieron en los australopitecinos (animales terrestres, por cierto), éstas pudieron surgir gradualmente a la vez que los animales adoptaban esta forma de locomoción con mayor frecuencia y caminaban mayores distancias. 

Se conoce también el caso de un chimpancé llamado Oliver que se acostumbró a caminar totalmente erguido, constantemente, y sin la ayuda del agua.

Respiración: La habilidad para moderar la respiración, aunque a un menor grado de control, está presente en muchos otros animales, incluyendo otros simios y los perros

El reflejo de zambullida está presente en otros mamíferos también. Igualmente destaca la poca capacidad respiratoria de humanos y otros simios frente a todos los mamíferos acuáticos.

El tamaño del cerebro: Este aspecto esta bien explicado en la teoría del origen terrestre. El cerebro de los ancestros del ser humano habría adquirido los nutrientes que favorecerían el mayor crecimiento del cerebro, primeramente al consumir carne (muy probablemente como carroñero), y posteriormente los habrían adquirido pescando y/o cazando otro tipo de animales; sin que sea necesario haber sido nuestros ancestros acuáticos para que haya sucedido este proceso. Igualmente cabe destacar que el chimpancé en inteligencia son muy similares a las del delfín, y debido a que la gran mayoría de los animales marinos no presentan una inteligencia desarrollada como la del chimpancé o el delfín; este hecho indica que aunque la dieta acuática favorece la aportación de nutrientes necesarios para el desarrollo del cerebro no implica que influya total y directamente en la evolución cerebral.

Fósiles: La evidencia fósil recolectada y conocida hasta el momento no indica alguna hipotética falta en los registros fósiles, lo que permitiría postular que existiría un grupo de fosiles desconocidos que corroborarían la AAH. Al contrario, los fósiles que se han descubierto en los últimos años sólo corroboran el origen terrestres.

Discusiones

La AAH provoca feroces, y frecuentemente agrias, discusiones, así:
Los proponentes de la AAH se quejan de una actitud de superioridad y desprecio de los escépticos frente a su teoría; de que los ataques serían sobre formas y personas en vez de sobre la sustancia fundamental; y que habría una incapacidad de proveer una hipótesis terrestre alternativa que sobreviva a las críticas que precisamente abate la AAH.

Los escépticos critican la falta de evidencia fósil directa; la manera amateur en que es propuesta la AAH actualmente, lo que hace que la hipótesis prácticamente sólo pertenezca a la pseudociencia. Esto es producto del sobre-énfasis en tenuos argumentos (muchos de ellos no acorde con lo descrito por la ciencia), y especialmente por el interés comercial involucrado principalmente a través de la venta de libros comerciales no científicos.en documental de animal planet que les dejo pueden ver que se descubrieron restos pero todo se perdio en una requisa policial.


Los escépticos indican que la hipótesis terrestre tiene suficientes argumentos y está basadas en pruebas dadas por disciplinas especializadas en el estudio de la evolución humana (y apoyadas por otras disciplinas científicas); por lo cual, la hipótesis terrestre puede resistir todas las críticas realizadas por el minoritario grupo de personas que apoyan la AAH.

Para resumir a los que no leen tanto

La Teoría del Mono Acuático proviene de las ideas que propusoAllister Hardy en la década de 1930 y popularizó Elaine Morgan con su libro The Descent of Woman en 1972. Esta teoría o hipótesis postula que el antepasado de los seres humanos actuales era un primate acuático o semi-acuático, ya bípedo y sin apenas pelo. Esta teoría se centra en los rasgos comunes entre los humanos y mamíferos acuáticos, y que los diferencia del resto de los primates arborícolas, asumiendo que esos rasgos covarían necesariamente con un hábito de vida acuático.


Esta teoría es seguida por mucha gente descontenta con el paradigma científico actual, y es un símbolo de la lucha contra los dogmas y la cerrazón del pensamiento. Simboliza a muchas teorías acalladas y ni siquiera tenidas en consideración por la comunidad científica. Los seguidores de esta teoría suelen citar las palabras de Max Planck “Una nueva verdad científica no triunfa convenciendo y haciendo ver la luz a sus oponentes, sino más bien, debido a la muerte de sus detractores, que son sustituidos por una nueva generación que tiene oportunidad de familiarizarse con ella”. Sus principales argumentos (resumidos) son:

1) Tenemos muy poco pelo en el cuerpo, poseemos 10 veces más grasa (y además es grasa blanca) que los otros primates, y nos sirve de aislamiento y flotación.

2) Para el desarrollo cerebral requerimos ciertas substancias que sólo se encuentran en los peces y mariscos (como el ácido eicosinoico).

3) Perdemos gran cantidad de agua por el sudor.

4) Practicamos el sexo frontal (como focas o cetáceos). aveces 

5) Podemos contener la respiración por varios minutos (no como otros simios, supuestamente).

6) Nadamos por instinto al nacer.

7) Algunas de nuestras enfermedades y parásitos específicos requieren fases acuáticas para desarrollarse.

8) El bipedalismo que nos caracteriza (que no se encuentra en ningún otro animal de sabana, ni en ningún primate, excepto nosotros) es fácilmente explicable, según esta teoría, si imaginamos una existencia en las aguas poco profundas de las orillas marinas o de laguna.

9) Uno de nuestros puntos débiles es la columna vertebral, debido a que en medios acuáticos el peso que debe soportar es mucho menor que en tierra.

10) La mayor parte de los hallazgos de Australopithecus se encuentran en sedimentos acuáticos, a menudo asociados con fósiles de cocodrilos o de huevos de tortuga.

11) El parto acuático facilita mucho el nacimiento de los seres humanos.
















Fuente: http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/15170783/El-Mono-Acuatico.html


La hipótesis del simio acuático retorna a la actualidad


Fuente: The Guardian | Robin Mckie | 27 de abril de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)


Es una de las ideas evolutivas más inusuales que se hayan propuesto: los seres humanos son simios anfibios que perdieron su piel, comenzaron a caminar erguidos y desarrollaron grandes cerebros, debido a que salieron a vivir la buena vida por la orilla del agua.

Es la hipótesis del simio acuático, y, aunque ha sido tratada con escarnio por parte de algunos académicos en los últimos 50 años, todavía está respaldada por un pequeño, pero comprometido grupo, de científicos. La próxima semana se llevará a cabo una importante conferencia en Londres, donde varios oradores, entre ellos David Attenborough (en la foto), expresarán su apoyo a la teoría.








“Los seres humanos son muy diferentes de otros simios”, dice Peter Rhys Evans (en la foto), uno de los organizadores de la conferencia Evolución humana: pasado, presente y futuro. “Carecemos de pelo, caminamos erguidos, ostentamos grandes cerebros y grasa subcutánea, y tenemos una laringe descendida, una característica común entre los animales acuáticos, pero no entre los simios”.






Modelos evolutivos estándar sugieren que estas diferentes características aparecieron en momentos separados y por diferentes razones. La hipótesis del simio acuático, argumentan todos ellos, se produjo porque nuestros antepasados decidieron vivir en o cerca del agua durante cientos de miles o posiblemente millones de años.



La hipótesis fue propuesta por primera vez en 1960 por el biólogo británico Sir Alister Hardy (en la foto), quien creía que los simios descendieron de los árboles para vivir, no en la sabana como se supone generalmente, sino en los arroyos crecidos, en los márgenes de los ríos y costas marinas, esto es, en algunas de las fuentes de alimentos más ricas de la Tierra. Para mantener la cabeza fuera del agua desarrollaron la postura erguida y liberaron sus manos para hacer herramientas y así romper y abrir los mariscos. Luego perdieron su vello corporal y, en su lugar, desarrollaron una espesa capa de grasa subcutánea para mantener el calor corporal en el agua.

Desde entonces, los científicos han añadido a otros atributos humanos un origen acuático -una adición reciente son los senos paranasales, dijo Peter Rhys Evans, experto en fisiologia de la cabeza y el cuello en el Hospital Royal Marsden de Londres.


“Los seres humanos tienen particularmente grandes senos paranasales, espacios entre el cráneo, nuestras mejillas, la nariz y la frente. Pero, ¿por qué tenemos espacios vacíos en la cabeza? Esto no tiene sentido si no consideramos la perspectiva evolutiva. Entonces tal circunstancia se vuelve clara: nuestros senos paranasales actuaron como ayudas a la flotación, es decir, ayudaron a mantener la cabeza por encima del agua”, dijo.


Otros paleontólogos rechazan partes de la teoría. Uno o dos rasgos humanos podrían haber surgido, dado que nuestros ancestros escogieron sus hábitats cerca del mar, pero todo el conjunto de atributos -la falta de pelo, la postura erguida, grandes cerebros, los senos y otros- es simplemente demasiado, añaden.


“Creo que el vadear en un ambiente acuoso es una explicación tan buena, por el momento, a nuestro modo de andar erguido como cualquier otra teoría sobre el bipedalismo humano”, aduce el profesor Chris Stringer (izquierda), del Museo de Historia Natural de Londres. “Pero el conjunto de características sobre el simio acuático incluye atributos que aparecieron en momentos muy diferentes en nuestra evolución. Si todos ellos fueran el resultado de nuestras vidas en ambientes acuáticos, tendríamos que haber empleado millones de años de evolución en ese medio, y no hay pruebas de ello; por no hablar de que los cocodrilos y otras criaturas habrían hecho de los entornos acuáticos un lugar muy peligroso”.






No es sólo la fisiología humana la que revela nuestro pasado acuático, argumentan los partidarios de la teoría. Nuestra bioquímica cerebral también lo hace. “El ácido docosahexaenoico (DHA) es un ácido graso omega-3 que se encuentra en grandes cantidades en los alimentos marinos”, dice el Dr. Michael Crawford (en la foto), del Imperial College de Londres.




“Dicho ácido aumenta el crecimiento del cerebro en los mamíferos. Es por eso por lo que un delfín tiene un cerebro mucho más grande que una cebra, aunque tienen aproximadamente el mismo tamaño de cuerpo. El delfín tiene una dieta rica en DHA. El punto crucial es que sin una dieta rica en DHA, procedente de los mariscos, no podríamos tener desarrollados nuestros grandes cerebros. Tenemos inteligencia gracias al consumo de pescado y de haber vivido en el agua.


“Item más: ahora nos enfrentamos a un mundo en el que las fuentes de DHA -nuestras reservas de peces- están amenazadas. Eso tiene consecuencias cruciales para nuestra especie. Sin abundancia de DHA, nos enfrentamos a un futuro en el que se incrementarán las dolencias mentales y el deterioro intelectual. Necesitamos hacer frente a eso con urgencia. Esa es la verdadera lección de la teoría del simio acuático”.

Nacimiento de una idea



Originalmente esbozada por el biólogo Sir Alister Hardy, la hipótesis del mono acuático alcanzó prominencia cuando la teoría fue recogida por la escritora galesa, Elaine Morgan (izquierda) a principios de los años 70. (Su trabajo anterior había consistido en escribir episodios para el Libro de Casos del Dr. Finlay.)




Morgan estaba enfurecida con las explicaciones dominantes de los hombres sobre los atributos humanos como la pérdida del pelo. De acuerdo a las ideas imperantes, los machos humanos perdieron su vello corporal cuando comenzaron a cazar y necesitaban a sudar profusamente en el calor africano. Pero no daban ninguna explicación para dar cuenta de la pérdida de pelo del cuerpo femenino. Como resultado, Morgan volvió a la teoría del simio acuático, en la cual ella creía, proporcionado una visión más equilibrada de la evolución humana.


Morgan escribió un relato popular sobre la hipótesis del simio acuático titulado “La descendencia de la mujer”, que se convirtió en un éxito de ventas a ambos lados del Atlántico. Siguió a esto otros libros sobre el tema, incluyendo “Las cicatrices de la evolución” y “La hipótesis del simio acuático”. Más recientemente, Morgan defendió su creencia en una presentación televisiva en TEDx en 2009 (ver vídeo en el enlace anterior, en español). 


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